El Santo Grial en Córdoba - No lo hagas negro, ¡no lo hagas!

De los chamuyos más lindos que tenemos en Córdoba, el más grandilocuente, exorbitante, estruendoso y cosmopolita es que, además del Champaquí y la Mar Chiquita, acá en la provincia tenemos el Santo Grial. Sí, ahí en el Uritorco.

Por Juan Cruz Taborda Varela

Adentro del gran cerro, en la ciudad oculta, en Erks, está la copa que usara Jesús en la última cena y por la cual se jugó la vida Indiana Jones, entre otros ilustres. El Santo Grial, al parecer, nos daría vida eterna. De todos modos, no se sabe si fue el último vaso de Jesús o fue donde alguien recolectó la sangre de Cristo cuando éste estuvo en la cruz. No se sabe, pero nos haría inmortales. ¡Y está en Córdoba! Eso es lo que importa: que es nuestro.

Vamos a intentar develar la incógnita que atrapa a la humanidad toda: cómo llegó el copón a estas tierras. Pero la parte más interesante de la historia, aviso, es en la que hay una pata peronista, un asesinato y la jueza Servini de Cubría. Calma: eso para el último.

Vamos por el inicio: ¿De dónde viene la leyenda que señala que en el Uritorco hay una ciudad oculta, que en esa ciudad oculta está el Santo Grial y que además de la copa en donde bebió Jesús y se recolectó su sangre también está el bastón de mando de los comechingones, con el cual dominaremos el mundo? (Escenas de cordobesismo explícito).

¿De dónde viene eso?

cerro uritorco TRES.jpg

El escenario es Capilla del Monte. Ciudad del país que ha acunado, como ninguna otra,una colección de parapsicólogos, templarios, brujos, místicos y demás personajes en el último siglo. Está la olla, está el agua. Le sumemos la sal: la base del cerro está compuesta, dicen los que saben, de una importante cantidad de material radioactivo: cuarzo, granate y otros minerales, que conforman una gran fuente de energía. El cerro funciona como un gran imán, dicen. ¿Subieron el cerro alguna vez? ¿Notaron que no se cansan, que pese al ascenso pueden mantener el ritmo? En serio eh, esa parte no es chamuyo. Esa parte.

Falta lo místico: la capilla que da nombre al pueblo, Capilla del Monte. El edificio es original de 1695 y fue modificado a inicios del siglo 20. Su nombre es Capilla San Antonio de Padua y, para los estudiosos del asunto, es una capilla templaria, por su condición octogonal y sus cruces esvásticas redondeadas en su piso. Aclaremos: la esvástica no es original del nazismo, es de culturas orientales previas al genocidio perpetrado por Hitler. Pero todo sirvió para que una variopinta cantidad de refugiados alemanes entre la década del ‘30 a la del ‘50 eligieran esta zona del país para guarecerse, lo que dio inicio a ritos esotéricos y a una sub cultura fascista que flota en el ambiente.

Adolf Hitler.jpg

Vamos al origen. Porque toda esta gente, alemanes nazis y místicos poco confiables, fue a Capilla del Monte dado que estaba el Santo Grial. ¿Cómo llegó al país el Santo Grial? Sobre este asunto hay tantas versiones como religiones tiene la humanidad. Una de las tantas leyendas dice que lo trajo un tal Ulises, guiado telepáticamente por monjes tibetanos. Monjes que le decían:

-Tenés que ir a la Tierra del plata, Argentum, Argentina.

Lo más bueno es que aún no éramos tal cosa; Argentina aún no era. Pero Ulises, guiado telepáticamente, llegó al valle de Punilla y allí encontró al Uritorco. Empezó a cavar, encontró un mortero y, poseído desde el Tibet, siguió cavando y chocó con algo metálico. Ese algo era el gran bastón de mando: diez metros de largo, negro, de basalto, que pesa cuatro kilos. Del neolítico, hace nueve mil años, perteneciente al Gran Cacique Voltán, comechingón el hombre, el jefe más recordado de nuestros originarios, que no eran tan nuestros porque eran altos y rubios, dice esta leyenda.

Con el Santo Grial y el bastón de mando, abrís las puertas a otras dimensiones. Eso sí te la creo. Así como con el microscopio ves otros universos, que a simple vista no ves. Bueno, Ulises con los dos elementos, en el Uritorco, abrió las puertas de la ciudad oculta y ahí está el Santo Grial y el bastón de mando en Erks. Eso generó, cuentan, las misiones secretas del Führer alemán, que mandaba a sus soldaditos a Capilla del Monte a buscar el bastón de mando y el Santo Grial. A juzgar por cómo le fue a Hitler, aun no lo encontró. Tampoco sabemos si Ulises, que pudo beber del Santo Grial, se mantiene con vida en Erks, la ciudad intraterrena que tenemos en Córdoba corazón de mi país.

Uno que no está

El que no se mantiene con vida, eso seguro, es Acoglanis, que significa Angel Cristo en griego. Acoglanis, como se hacía llamar, era un muchacho argentino más que llegó a Capilla del Monte en la década del ‘50. Se disfrazaba de sacerdote y hacía misas nocturnas en la zona del cerro Pajarillo y con eso ayudó a fortalecer todas estas leyendas. Acoglanis es una pieza clave para comprender el fenómeno paranormal en Capilla del Monte.

capilla del monte DOS.jpg

Ahora vamos a lo más importante de todo esto: ¿Qué pasó con Acoglanis? Anduvo por la vida haciéndose el brujo por más de 30 años. Hasta que el 19 de abril de 1989, a las 10,30 de la mañana, fue a buscarlo a su oficina, en Buenos Aires, Rubén Antonio, el hermano de Jorge Antonio, el empresario amigo de Perón. Rubén Antonio buscó al brujo en su oficina, a quien conocía de hacía mucho tiempo. Dicen que una vez que Antonio estuvo junto a Acoglanis, lo último que se escuchó fue que el místico gritó:

- No lo hagas Negro, ¡no lo hagas!

Pero sí, el negro Rubén Antonio, hermano de Jorge Antonio, lo hizo: siete tiros le disparó a Acoglanis, el Ángel Cristo, el hombre que tanto hizo, a fuerza de mentira mística, para hacer del Uritorco un destino estrafalario. De ahí, Rubén Antonio fue a la comisaría del barrio y confesó:

- Maté un brujo, ahora me siento mejor.

La historia no termina ahí. El homicida, hermano del poderoso Jorge Antonio, fue internado en un neuropsiquiátrico. Jamás sabremos si eludió la cárcel porque efectivamente tenía problemas mentales o porque sus relaciones con el menemismo lo salvaron del presidio. La jueza que ordenó que su destino fuera un hospital y no el calabozo fue María Romilda Servini de Cubría. La Argentina de los ‘90 es mucho más mística y paranormal que Capilla del Monte y el bastón de mando de los comechingones.

Ah, a cuatro años de haber cometido el asesinato, Rubén Antonio, el hermano del financista de Perón, se tiró de la terraza de un edificio. Está claro que ni él ni Acoglanis pudieron beber del Santo Grial.

Dejá tu comentario