"Vamos a presentar un recurso de amparo colectivo y denunciar penalmente a los funcionarios públicos"

El presidente del Centro Vecinal de Nueva Córdoba está al frente de la Mesa de Trabajo por Ruidos Molestos. Cuenta que ya se han presentado quinientos reclamos de vecinos y hay doce expedientes iniciados. Sin embargo, desde la Municipalidad de Córdoba hacen oídos sordos al reclamo vecinal. 

Por Guillermina Delupi

Foto por Diego Cabrera

Desde que empezaron a abordar la problemática de ruidos molestos, ya suman nueve los barrios que conforman esta Mesa de Trabajo. Con ordenanzas que están sancionadas pero que no se reglamentan y un Poder Ejecutivo que mira para otro lado, la contaminación acústica crece a pasos agigantados y convierte a determinadas zonas de la ciudad -con epicentro en Nueva Córdoba y Güemes- en lugares no aptos para vivir dignamente.

- ¿Cuándo empezaron a involucrarse con esta problemática?

- En 2019 se generó un conflicto con un bar que estaba en Derqui e Independencia y que generaba muchísimas molestias a los vecinos. Tratamos de hablar con los propietarios, pero no accedieron a colaborar porque sostenían que tenían las habilitaciones correspondientes. Intentamos dialogar con la Dirección de Espectáculos Públicos y estudiamos las ordenanzas para ver qué tipo de habilitación se les brindaba. Terminamos haciendo una reunión con tres vecinos damnificados y con Julio Suárez, al frente de esa Dirección. Nos manifestaron que sólo podían visitar el lugar y tras constatar que no había ningún tipo de violación a las normativas vigentes, no se podía hacer nada. Que había que aprender a convivir. Pero los vecinos no duermen, no descansan.

- En ese pedido de convivencia, el que tiene que ceder es siempre el vecino.

- Absolutamente. El vecino es quien debe tolerar o irse del barrio, porque para la Municipalidad estos espacios -que son habilitados sin tomar los recaudos necesarios en cuanto a insonorización- representan fuentes de empleo, en contraposición del derecho del vecino a descansar y tener una vida digna. Y en Nueva Córdoba, al estar llena de edificios con muchos departamentos cada uno, el problema se multiplica y es exponencial.

-¿Tienen un relevamiento de bares y/o boliches en Nueva Córdoba?

- Tenemos contabilizados ciento trece locales, entre bares, boliches o negocios que ponen música. Pero conflictivos, con reclamos específicos, hoy hay nueve.

- ¿Trabajan con Centros Vecinales de otros barrios?

- No a nivel institucional, pero a partir de los resultados obtenidos con el cierre definitivo del bar de calle Derqui, me contactaron vecinos de Güemes para ver qué posibilidades había de que yo colaborara con ellos en este tema. Me puse a disposición y luego nos llamaron de Alberdi, del Cerro de las Rosas, de Cofico; y nos dimos cuenta que era un tema que trascendía nuestro barrio. Entonces conformamos las primeras reuniones de la Mesa de Trabajo por Ruidos Molestos.

- ¿Cuántos integrantes tiene esta Mesa?

- Hoy somos unas treinta personas, que representamos a los barrios Cofico, Poeta Lugones, Güemes, Nueva Córdoba, Alta Córdoba, Alberdi y El Cerro. Y también a otros vecinos con reclamos puntuales.

- ¿Participan de la Mesa de Diálogo de la Municipalidad de Córdoba?

- Sí. De hecho, esa Mesa se gestó a instancia nuestra. Ahí hay representantes también de la cámara de bares, los gastronómicos y los artistas, porque había empezado a circular que los vecinos estábamos en contra de la música en vivo. Pero eso no es así, se había tergiversado para tratar de deslegitimar nuestro reclamo.

- En diciembre del año pasado desde la Municipalidad dijeron que en febrero el proyecto de Proyección de Ruidos Molestos estaría reglamentado y cumplimentándose.

- Eso no se está cumpliendo y no está reglamentado tampoco. De hecho, hay un artículo específico de la ordenanza que nos interesa mucho porque establece qué tipo de medidas y resguardos deben tener los locales para que el ruido no trascienda al ámbito del vecino. Pero al no estar reglamentado deja una zona gris. Hace poco también dijeron que iban a capacitar a cuarenta inspectores, pero esa cantidad de inspectores un sábado a la noche no puede controlar nada.

- ¿Por qué creés que no avanza el proyecto?

- Todos los proyectos se han presentado a través de la oposición, entonces lo tratan como una cuestión de interés partidario y no le dan curso. Pero detrás de esos proyectos hay miles de vecinos que se ven afectados.En ese marco pedimos una reunión al Concejo Deliberante, nos recibieron catorce concejales del interbloque en mayo pasado. Porque desde la reunión de diciembre hasta mayo no tuvimos respuestas de ningún tipo por parte de la Municipalidad. En esa reunión, a la que no asistió nadie del oficialismo, se planteó la necesidad urgente de reglamentación y los procedimientos de control. Volvimos a hacer otra reunión en Nueva Córdoba, invitamos a la Municipalidad, tampoco fueron. Entonces discutimos sobre cómo avanzar ante la falta de respuesta del Ejecutivo.

- ¿Y cómo van a avanzar?

- Nosotros tenemos unos quinientos reclamos hechos y hay doce expedientes iniciados. Además, hay muchos más dando vueltas, que se han hecho de modo personal. Habiendo agotado todas las instancias pensamos que la vía más eficaz es un recurso de amparo colectivo y solicitar que se realice una denuncia penal por incumplimiento de deberes de funcionarios públicos. Estamos evaluando las distintas alternativas.

- ¿Cuáles serán los ejes de trabajo a partir de ahora?

- Estamos trabajando sobre tres ejes. Por un lado, esta posibilidad de presentar el recurso de amparo colectivo. Además, presentar un proyecto como iniciativa popular y avanzar en un acuerdo entre todas las partes involucradas para establecer al menos ciertos puntos de convivencia.

- ¿Ves voluntad empresarial para insonorizar y adecuar sus espacios?

- Creo que hay predisposición para avanzar. La voluntad se logra con sentido común y no con medidas coercitivas como la que aparecieron el fin de semana pasado, cuando se clausuraron dieciocho bares y se labraron muchísimas actas. Eso es evitable si la Municipalidad realiza los controles que tiene que realizar.

- ¿Las multas son una herramienta válida?

- No. Una multa de diez mil pesos para un lugar cuya venta supera ampliamente ese monto, se solventa con una promoción de dos por uno y ya está. No tiene sentido.

- ¿Esos son los montos de las multas que se pagan?

- Van desde los $10.000 hasta los $100.000. Pero acá lo que hay que hacer es reglamentar las ordenanzas.

- ¿Y por qué no se reglamentan?

- Creo que hay muchos intereses de por medio. La reglamentación traería aparejado un mayor compromiso y esfuerzo por parte del Ejecutivo. Faltando la reglamentación se generan estos grises que no ameritan la inspección. Es más fácil dejarla sin reglamentar y ‘venderle’ a los ciudadanos que se ha tomado una medida. Pero no hay una solución de fondo.

- ¿Creés que la convivencia es posible?

- Sí, soy bastante optimista siempre y cuando todos los actores que intervenimos lo tomemos con la responsabilidad que amerita: funcionarios, concejales, gastronómicos, bolicheros e incluso los mismos vecinos.

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