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El Séptimo Día

Argentina eliminó a Países Bajos y se aseguró jugar los siete partidos de una Copa del Mundo por quinta vez en la historia. Había sucedido en Argentina '78, México '86, Italia '90 y Brasil 2014. El seleccionado albiceleste jugará la semifinal ante Croacia, que dejó en el camino a Brasil.

POR HUGO CARIC

“¡Vamos carajo!”. Con acento bien cordobés, el grito que pegó Mario Kempes al final del partido, en el palco de las leyendas del Estadio Lusail, representó el desahogo de todo el pueblo argentino.

“El Matador” celebró el desenlace de la tanda de penales tanto o más que aquel gol suyo del 25 de junio de 1978, cuando metió la pata y el alma entre dos defensores y el arquero, para quebrar la paridad ante la selección que por entonces llamábamos Holanda.

El villano invitado esta vez no se llamó Dick Nanninga, sino Wout Weghorts. Por este grandote, Países Bajos revirtió un casi seguro destino de derrota en el tiempo reglamentario y mandó hacia la prórroga el partido ante Argentina de Qatar 2022. Algo parecido había pasado 44 años atrás.

¿Era necesario tanto sufrimiento? El encuentro parecía liquidado cuando Lionel Messi metió el 2-0 a 17 minutos de un pitazo final que el discutido referí español Miguel Mateu Lahoz estiró como si fuera chicle, pero la historia se complicó de modo inesperado. “Nos dio bronca, porque no lo merecíamos”, reflexionó el seleccionador argentino Lionel Scaloni.

El último embate albiceleste en el alargue, incluido un tiro en el palo de Enzo Fernández, y los vaivenes de la definición desde los doce pasos, incluido un remate desviado por Enzo Fernández, completaron un final de locos en el encuentro que resolvió el rival de Croacia para la primera de las semifinales del Mundial qatarí. Dos atajadas de ‘Dibu’ Martínez parecieron encaminar la serie de remates hacia una tranquila victoria, pero el suspenso no se iría tan fácilmente de la cancha. Y hasta mutaría en dramatismo.

Messi siempre está

El 26 de marzo de 2013, el seleccionado argentino rescató un empate ante Bolivia por eliminatorias en el Estadio Hernando Siles de La Paz, jugando con una extraña línea de cinco defensores (Peruzzi, Campagnaro, Basanta, Domínguez y Clemente Rodríguez) que dispuso el DT Alejandro Sabella.

Aquella tarde, en la que el verdadero rival del equipo albiceleste fue la altura, se me ocurrió escribir que había visto al Messi de dentro de algunos años, sin esa marcha extra para apilar rivales a voluntad y terminar metiendo la pelota adentro del arco contrario, pero con la impronta de un estratega. El Mundial de Qatar es la evidencia de que aquel futuro ya llegó.

No tomó debida nota Louis van Gaal, el entrenador neerlandés, quien en la previa se jactó de que Argentina jugaba con uno menos -en alusión al mismísimo Messi- cuando no tenía la pelota. Pasó factura el capitán argentino consumado el pasaje a la semifinal. Pero antes de aclarar los tantos personalmente y dedicarle algunas glosas frente a la prensa, marcó la cancha. Con un control, dos gambetas y un pase filtrado para Nahuel Molina entre seis camisetas naranjas, casi que le devolvió la condición de partido de fútbol a algo que hasta ahí semejaba a un match de ajedrez.

En el duelo ante Países Bajos, el “10” estuvo más enchufado que nunca. Pendulando entre el mediocampo y la ofensiva, arrastró siempre dos o tres marcas, para que De Paul y Mac Allister tomaran la posta de la creación. Nunca se desentendió del planteo estratégico de su equipo, ni siquiera durante la inesperada adversidad que devino en el empate de ‘la Orange’, en ese tramo en que Argentina terminó jugando contra la altura, pero en Qatar. En los penales, Messi también dijo presente. Y por partida doble.

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¿Se conformó con la remontada o se quedó sin nafta? Países Bajos parecía tener todo a su favor para liquidar el pleito en el tiempo extra, pero inesperadamente le cedió la pelota, el terreno y la iniciativa al elenco argentino. Su apuesta fue cortar con falta y buscar el contragolpe, y le salió mal. Argentina, reconciliada con la posesión y la confianza, fue el que hizo merecimientos para llevarse el desnivel en la media hora final. En ese sentido, los penales le dieron un toque de justicia a la serie definitoria.

A Scaloni le tocó otra vez cambiar nombres, posiciones y esquemas, y otra vez le salió bien. Con el resultado visto pueden haber parecido prematuros los reemplazos de ‘Cuti’ Romero y Acuña, los dos que estaban amonestados cuando el partido parecía encaminado hacia la victoria. Cuando el partido le pasó factura a De Paul, Paredes entró y no desentonó. Y salió bien la estrategia de sumar un marcador central más. Para tener en cuenta esta línea de cinco: Molina, Romero, Martínez, Otamendi y Acuña.

“¿Por qué ganamos? Porque tenemos huevos, pasión y corazón”, aseguró Emiliano Martínez, convertido en héroe como aquel “Chiquito” Romero de la semifinal de Brasil 2014, también contra Países Bajos y Van Gaal. Esta vez no hizo falta un Mascherano. El propio ‘Dibu’, camino hacia el que sería el arco del triunfo, le hizo gestos al público de las tribunas como anticipando lo que sucedería después. Y otra vez se los comió a todos.

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