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Desconcentrados y movedizos: Déficit de atención e hiperactividad en niños y niñas

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en la infancia es una denominación que se extiende entre padres y docentes. Cada vez hay más niños ubicados bajo esta sigla que los estigmatiza y los lleva a utilizar medicación. ¿Qué manifiesta un cuerpo que no se puede detener? Los riesgos de la medicación temprana.

Por Carolina Saiz

Muchos docentes y padres conviven con niños que han sido diagnosticados con el trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH). Son niños que tienen mucha dificultad para detener el movimiento del cuerpo y para mantener la atención en lo que hacen. Sus tutores pelean a diario para que puedan desarrollar actividades cotidianas, sobre todo las escolares: mantener la atención en las consignas que da el o la docente, escribir en el cuaderno, poder estar sentados en clases, esperar su turno para hablar. Son situaciones que para otros niños pueden resultar más naturales, pero para ellos implican un límite y a su vez acarrean sufrimiento. ¿Por qué en la actualidad se ha difundido este trastorno? ¿Existe hoy un contexto social más propenso a despertar en los niños este problema? ¿Es necesario que estén medicados o hay intereses de la industria farmacéutica?

Silvina Sanmartino es investigadora del Departamento de Psicoanálisis con Niños de la EOL y miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. En diálogo con MI Córdoba, advierte que la denominación TDAH puede funcionar de manera discriminatoria y puede llevar a que los niños pasen años medicados. “Desde el psicoanálisis a este trastorno se lo toma como un síntoma que dice algo sobre un padecimiento, aunque la persona no sabe qué está diciendo. Por eso, debe hablar y ser escuchada. No pensamos el cuerpo como un órgano a ser medicado. La droga que comúnmente se utiliza y va en aumento se llama Metilfenidato, su nombre comercial es Ritalina. Es un estimulante del sistema nervioso central. Existe una fuerte crítica sobre la medicalización de los niños, porque poco se dice de los efectos: está un tanto oscuro sobre qué le pasará a un niño cuando es medicalizado durante tanto tiempo”, advierte la especialista.

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Silvina Sanmartino, investigadora del Departamento de Psicoanálisis con Niños de la EOL (Foto Gentileza Comercio y Justicia).

Silvina Sanmartino, investigadora del Departamento de Psicoanálisis con Niños de la EOL (Foto Gentileza Comercio y Justicia).

- ¿Qué profesional es el que diagnóstica con TDAH a un niño?

-En general, la escuela deriva al neurólogo y éste realiza el diagnóstico y define si utiliza medicación, no el psiquiatra. Una pediatra me decía que le genera mucha impotencia ser consultada por los padres sobre este problema, del cual no saben los pediatras y por eso derivan al psicólogo. Pero el camino habitual que se realiza es entre la escuela y el neurólogo.

- ¿El trastorno es de origen biológico o emocional?

-No se sabe con certeza respecto a lo biológico, pero no hay un gen de la hiperactividad o de la falta de atención. Y es un diagnóstico que se extiende actualmente a los adultos. Básicamente tiene que ver con la eficacia y la productividad que se espera de alguien. ¿Qué estamos diciendo cuando expresamos que un niño no aprende en la escuela porque pierde la atención rápido? Que no llega a hacer o a completar lo que la docente pide. Como para los padres es muy importante el lugar que ocupa la escuela y los apuran para que el niño se encause terminan probando con la medicina. El psicoanálisis va por otra vía: ofrece un tratamiento con la palabra, y esto requiere un proceso. El camino más fácil es resolverlo rápido apelando a una pastilla.

- ¿Qué sucede con el niño una vez que se lo diagnóstica con TDAH?

-Portar este diagnóstico lleva a que se le haga un certificado por discapacidad. Me podrán decir que se realiza cada dos años, que no es permanente, pero para tener el certificado el niño ha tenido que pasar por un neurólogo, un psicólogo, un psicomotricista y un psicopedagogo. Eso va a una junta y se emite un certificado de discapacidad que le permite al niño acceder a múltiples tratamientos: fonoaudiología, psicopedagogía, psicología, etc. Con cobertura de la obra social. Pasan los años y algunos tienen mejoría, pero otros no. Pero al no escuchar al niño, el síntoma se tapa con la medicación. La posición del psicoanálisis es opuesta: no estamos en contra de la medicación, pero frente al déficit de atención y la hiperactividad nos preguntamos por el cuerpo del niño. ¿Por qué no puede parar en su movimiento, dejar de hablar o mantener la atención en el docente?

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- ¿Qué ofrece el psicoanálisis a diferencia de otros tratamientos?

-En la consulta es importante trabajar con los padres sobre el momento que llega ese niño a la familia, cuáles fueron sus ideales sobre ese hijo. No es lo mismo ser el primero, que el segundo. Significados que nos ayudan a ubicar un poco más las marcas de nacimiento del pequeño. Hay que darle lugar a la palabra del niño y no cancelarlo con saberes preestablecidos por profesionales. Partimos de un “no saber” que da lugar después a saber qué le sucede.

-La mala prensa del psicoanálisis es que lleva tiempo…

- ¿Y cuál es el apuro? Si en ese proceso va a saber qué le pasa y podrá regular los movimientos de un cuerpo que no le permite detenerse. Implica un gran sufrimiento no poder escuchar una consigna en la escuela, no poder escribir en un cuaderno. Si uno escucha al niño puede leer eso de otra manera. Hay niños que no pueden escribir y sin embargo están muy atentos en clases. Hay que trabajar con lo que ese padecimiento es para cada uno. Un niño tiene derecho a que su palabra sea considerada en un tratamiento. Nos sorprendemos cuando niños pequeños les piden a sus padres que quieren venir más de una vez a la semana a la consulta.

- ¿Cómo difunde la prensa el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad?

-En los medios de comunicación se difunde este trastorno a partir de describir los comportamientos. Una docente lo puede relacionar con que en su aula tiene alumnos que no paran de deambular, no pueden quedarse sentados, les cuesta prestar atención, no leen la consigna o son muy impulsivos. Los padres llegan a la consulta con el diagnóstico ya hecho. Y si un profesional o confirma se pasa a la medicación. En Estados Unidos hay una figura que se denomina “enfermera pedagógica”, que le hace formar fila a los niños que deben recibir la medicación en el curso al ingresar a clase. Existen estudios en ese país y Canadá donde se advierte la cantidad de niños medicados.

- ¿Siempre hubo niños con estos comportamientos o es algo nuevo?

-Antes había niños hiperactivos, impulsivos, con falta de atención, pero se les daba otro tratamiento. En la actualidad estos comportamientos ingresaron en la medicalización y la industria farmacéutica es una de las que más factura en el mundo.

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“Desde el psicoanálisis a este trastorno se lo toma como un síntoma que dice algo sobre un padecimiento, aunque la persona no sabe qué está diciendo. Por eso, debe hablar y ser escuchada

“Desde el psicoanálisis a este trastorno se lo toma como un síntoma que dice algo sobre un padecimiento, aunque la persona no sabe qué está diciendo. Por eso, debe hablar y ser escuchada", sostiene Sanmartino.

- ¿Las tecnologías de la comunicación predisponen a una atención más dispersa?

- La gran cantidad de estímulos visuales y auditivos a los que están expuestos los niños parece complicar la expectativa de mantener la atención en clase. No vamos a demonizar las pantallas, el celular ya es hoy un apéndice de nuestro cuerpo. Niños muy pequeños, de cuatro años, hablan con lenguaje de videojuegos, a media lengua entre el inglés y el castellano. ¿Cómo ese lenguaje influye en los cuerpos? El papá me puede decir que su hijo sólo ve You Tube kids, pero es infinito porque se pasa de un video a otro. Eso ingresa a la cabeza de niños que aprenden cosas asombrosas siendo muy pequeños y repiten sin poder adueñarse de eso que ven. Estos factores, como tantos otros, influyen en la regulación de la atención de los niños.

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