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El juicio a los rugbiers: "Vivimos en una cultura de la crueldad"

La psicóloga Mariel Sivadón analiza el trasfondo del crimen de Fernando Báez Sosa, asesinado el 18 de enero del 2020 en Villa Gesell por un grupo de rugbiers que este año afrontaron un juicio oral y público de enorme impacto mediático. "Se tocó un límite como sociedad", advierte la especialista

Por Carolina Saiz

El asesinato de Fernando Báez Sosa despertó a una sociedad acostumbrada a vivir situaciones de violencia urbana cotidianamente. Cuesta razonar ante un crimen macabro cometido en un contexto de vacaciones, en Villa Gesell, donde los jóvenes acuden para encontrarse y festejar. MI Córdoba dialogó con la psicóloga Mariel Sivadón, investigadora del Departamento de Psicoanálisis y Política de la Escuela de la Orientación Lacaniana y miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. En su primera reflexión, la profesional aclara que lo ocurrido no fue una pelea porque una pelea tiene códigos, y uno de ellos son sus límites: los golpes mortales y por la espalda que le propinaron a Fernando, que estaba totalmente indefenso, son el síntoma de una sociedad que pone en jaque una de las leyes básicas de su contrato social: “No matarás”.

- ¿Cómo analizar la violencia de los jóvenes en situaciones como esta?

- No podemos hablar de la “violencia de los jóvenes”, porque así como están los jóvenes que asesinaron a otro joven de la forma más brutal, también están en el mismo hecho los jóvenes que intentaron ayudar, que en el juicio fueron a testimoniar a pesar de reiteradas amenazas. Jóvenes con otros valores, otra ética, otra posición ideológica. Fernando mismo era un ejemplo de joven que, lejos de ser violento, ponía su energía a favor de la solidaridad, del otro.

- Se ha dicho que los asesinos también son víctimas, ¿qué pensás de eso?

- Vivimos en una cultura de la crueldad, pero esto no los desresponsabiliza. Sí, son víctimas de un sistema machista y de padres inescrupulosos que parecen más preocupados porque se les arruina su imagen y la economía familiar que porque sus hijos se convirtieron en asesinos. En Zárate esto venía sucediendo hacia años, era un modus operandi, que culminó con este asesinato. Ellos ya eran conocidos como muy violentos; iban a los boliches para terminar peleando brutalmente.

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Para Mariel Silvadón, el crimen de Fernando Baez Sosa rompió un límite social.

Para Mariel Silvadón, el crimen de Fernando Baez Sosa rompió un límite social.

- ¿Hay algo así como un “sin límites” en este tipo de violencia?

- Para estos sujetos “nada es imposible”: te puedo reventar la cabeza. La expresión que usaron: “caducó”. ¡No señor!, lo mataste a patadas. Es una palabra que llama la atención, porque caducan los objetos, no las personas. No hay represión a lo verbal por los mensajes que se enviaron, no hay represión al acto, no hay autoridad para ellos. En el juicio uno dijo: “No se esfuerce en hacer preguntas, porque no voy a contestar”. ¡Él le dio la orden al fiscal! No hay ley en estos sujetos. No hay consecuencias, no hay ahí un ser vivo que va a dejar de estar vivo. Una de las leyes fundacionales del contrato social para constituirnos en comunidad es: “No matarás”.

- ¿Tampoco después del crimen se evidenció algo de responsabilidad?

- Lo primero que hicieron fue culpar a otra persona, que no tenía ninguna relación con el hecho. Pablo Ventura estuvo detenido cuatro días. Le venían haciendo bullying en Zárate. Imagínate si Pablo no tenía un padre y si ese padre no lo hubiera invitado a cenar la noche del crimen, y en ese restaurante no hubiera habido una cámara, que no se borró la grabación. ¡Pablo todavía estaría en la cárcel! Este padre de pronto se enteró que su hijo estaba preso por asesinato, imagínate la desesperación, no lo podía creer, casi se da vuelta con el auto en la ruta. Otra consecuencia del accionar inescrupuloso de este grupo.

- ¿Sirvió de algo que pidieran perdón?

- ¿Desde dónde van a pedir perdón, si no tienen una estructura psíquica para eso, para sentir que es terrible lo que hicieron? ¡No hay culpa! Porque no hay sentimiento de responsabilidad. “Lo hicimos porque es nuestro derecho”, así lo ven. Están en la posición del monarca, del poder total. “Yo puedo hacer de tu cuerpo lo que quiera”, como dice el Marqués de Sade. No hay culpa porque tanto Fernando como otros no son respetables para ellos, no son personas, son objeto de su pasión. Las disculpas en el juicio fueron una estrategia. El abogado les dijo: “Ahora tienen que pedir disculpas”. Y cada uno lo hizo como diciendo “ya cumplí, listo”. Quien verdaderamente pide disculpas lo hace mirando a los ojos al otro para hacerle sentir que hay arrepentimiento. A cualquier persona con sentido de responsabilidad que ve lo que hizo, aunque no haya dado la última patada, le da un ataque de nervios, vomita, grita, se desmaya. No se chupa la sangre fresca de los dedos, ni se va a comer, ni borra rastros, ni festeja. Uno de ellos, luego del asesinato, escribió el mensaje: “Dejen de lorear”. ¿Lorear? Lorear es hablar al vicio, es medio jugar. Muestra la liviandad frente al asesinato ejecutado.

- Dijeron que estaban alcoholizados, pero funcionaron en grupo ¿no es contradictorio?

- Se especuló con que tomaron alcohol, pero tuvieron la lucidez suficiente para organizarse, efectuar motrizmente cada acción específica: pegar, armar un cordón para que no ayuden a Fernando, filmar, escribirse mensajes, ir a comer. En algún medio escuche que dijeron “Ganamos”, como si hubiese habido una pelea. Ellos le llaman “incidente” a lo que fue una emboscada y un asesinato.

- ¿Crees que hubo decisión de llegar hasta el final?

- Yo creo que sí tenían conciencia de que lo iban a matar. Son sujetos muy débiles, muy inseguros de su virilidad, que necesitan actuar en grupos feroces; se asocian casi sin palabras porque están inmersos en una ideología que todo lo permite. Tal vez pensaron que pasaría como en otras situaciones de violencia de las que lograron salirse con la suya porque algunos de sus padres tienen contactos para lograr impunidad. Hay una historia previa en Zárate que emergió a partir del caso de Fernando.

Los ocho acusados por el crimen de Fernando Baez Sosa nunca mostraron arrepentimiento..jpeg
Los ocho acusados por el crimen de Fernando Baez Sosa nunca mostraron arrepentimiento.

Los ocho acusados por el crimen de Fernando Baez Sosa nunca mostraron arrepentimiento.

- ¿Hay relación entre este tipo de violencia y el machismo?

- Sí, vivimos en una cultura patriarcal, en la que se evidencia la diferencia entre una posición viril y una posición machista. Ésta última tiene que ver con dominar al otro, tanto al varón con el que voy a luchar a muerte, como también a la mujer a la que quiero someter, ya sea pegarle, violarla, matarla, etc. Volviendo al caso de Fernando, por algo son amigos estos sujetos y sienten la necesidad de actuar en grupo: de a uno no hubieran actuado igual. La potencia la sienten estando en grupo y mostrándose unos a otros de lo que son capaces. Por eso Fernando fue un trofeo. La virilidad la tiene un hombre que reconoce límites, que puede actuar sin usar la fuerza, ser sensible, solidario y aceptar la diferencia.

- ¿Hubo también odio de clase?

- Una testigo declaró que uno de ellos dijo “a este negro de mierda me lo llevo de trofeo” mientras lo mataban. Esto evidencia que para estos sujetos el “otro” diferente a ellos no debe existir. Sólo tienen valor los que son como ellos, ya sea en las características físicas como en su posición de poder. El rugby hoy es un deporte que se ha popularizado, pero tradicionalmente ha sido de clase alta. Ese rasgo del pasado sigue funcionando como aspiracional para algunas familias de clase media, ideal al que estos rugbiers tal vez se someten.

- ¿El crimen movilizó tanto a la sociedad porque son jóvenes?

- Escuché a periodistas en una línea argumental peligrosa: “Bueno, podrían ser nuestros hijos”. ¿Y qué? ¿Si fueran nuestros hijos estaría bien? Otro periodista comentó: “Estas peleas se dan todas las noches en los boliches”. ¡Listo naturalicemos todo! Dejaría de ser violento si lo hacen los chicos de la clase media; ahora, si lo hace un joven con características físicas negras y de barrio, es un patotero.

- ¿Por qué el pedido de justicia fue tan generalizado en la sociedad?

- El país siguió el juicio porque se tocó un límite como sociedad. Se vulneró la Constitución y sin una condena justa hay consecuencias muy graves socialmente. Es un juicio paradigmático porque debe reinstaurar la validez de la ley en el lazo social.

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