Soledad Segura: "Tenemos que preguntarnos por qué los discursos de odio generan tanto rating"

Tras el intento de magnicidio a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner se instaló el debate sobre los discursos de odio que reproducen los medios de comunicación y las redes sociales. El debate público es parte de la convivencia democrática, pero los discursos negacionistas y la incitación a la violencia reconocen límites en todos los países civilizados del mundo.

El nivel de violencia simbólica que parece haber entrado en una espiral ascendente nos interpela como sociedad. ¿Hasta dónde se puede tolerar la prédica violenta en un sistema democrático? Sobre éstos y otros interrogantes dialogó con MI Córdoba Soledad Segura, doctora en Comunicación e investigadora del CONICET.

Por Carolina Saiz

La expresión discurso de odiotomó fuerza pública en estos días, luego del atentado a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Se observa una decisión política de poner en agenda el problema para que sea debatido y genere conciencia social. Algunos podrían considerar quela libertad de expresión funcionaría mejor si estuviese más regulada y restringida.Pero hay quienes advierten que ello produciría más inconvenientes que ventajas, por ejemplo: las denuncias de censura. Argentina tiene una larga historia en la lucha por la democracia y la libertad de expresión, sobre todo a partir de la última dictadura cívico-militar. ¿Qué ha sucedido para que la comunicación pública haya tomado un giro tan violento? En diálogo conMI CórdobaSoledad Segura, doctora en Ciencias Sociales e investigadora de Conicet, advierte que desde hace algunos años “este tipo de discurso viene ampliando los límites de lo que es posible decir; antes esto generaba rechazo, no era rentable en términos políticos ni económicos tener esas expresiones”.La investigadora considera que, ante el intento de magnicidio,“prácticamente la totalidad de la dirigencia política salió a repudiar el atentado”, por lo que “hay cosas que todavía funcionan en la sociedad y hay que fortalecerlas”.

- ¿Cómo surge la expresión “discurso de odio”?

- Hay dos formas de mirar el discurso de odio. Hay un uso social, del sentido común, en las conversaciones cotidianas; y también un uso y una definición jurídica. La definición del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, que aplica para Argentina, señala que es aquel discurso que incita a la violencia contra determinados grupos sociales por el mero hecho de serlo, por el hecho de ser mujer, de disidencias sexuales, de determinadas nacionalidades, religiones, agrupación política, etc. Y después está el uso social, que se ha expandido mucho, pero que ya se venía usando en el lenguaje cotidiano. Y que a partir del magnicidio fallido fue tomadopor la dirigencia política como un tema de debate público. Desde el sentido común, discurso de odio puede ser casi todo lo que dicen otros y no me gusta. O sea, su uso cotidiano es subjetivo, hay un riesgo muy grande cuando se considera que es odio todo aquello que no me cae bien, todo lo que me ofende. Hay muchas cosas que me pueden ofender, pero no implican discurso de odio, no implican incitación a la violencia contra mí.

-¿Existen leyes quepenalicen el discurso de odio?

-No estoy de acuerdo con la propuesta para pensar leyes que penalicen los discursos de odio.Nosotros ya tenemos figuras que penalizan la“incitación a la violencia”, también tenemos una ley antidiscriminatoria que establece restricciones en cuanto a la producción discursiva. Y además tuvimos leyes más interesantes, que no implicaban regular contenidos de manera directa, como fue la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual -conocida como Ley de Medios-,que planteaba la reformulación estructural del sistema mediático para fomentar la diversidad. No iba a restringir discursos, sino a dar espacios para que hubiera otros discursos que puedan contraargumentar, ofrecer otras visiones. Esta era la lógica de limitar la concentración de medios y fomentar a los medios estatales y socio-comunitarios.

-¿Se logró implementar la restricción en la propiedad de medios?

-No, y luego,durante el gobierno de Mauricio Macri, los artículos sobre la concentración en la propiedad de medios se derogaron.Ahora se suma que ha crecido otro fenómeno que es el de las redes sociales:son mercados hiperconcentrados, que además son transnacionales. Por tanto, presentan el interrogante sobre dónde haríamos algún tipo de reclamo, en qué instancia jurídica y con qué leyes.

-¿Cómo pensásla libertad de expresión en el marco de los discursos de odio?

-El enfoque es fomentar el pluralismo y no restringirlos discursos de los medios. No reprimir la libertad de expresión. Otra cuestión que está en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y está en la Ley Contra la Violencia de Género, que tiene la figura de violencia mediática. Son leyes que en lugar de penalizar fomentan políticas públicas de educación y campañas de comunicación. En definitiva, tratan de fomentar modos diferentes de tratarnos.

-¿De qué modo la libertad de expresión fortalece la democracia?

-Tenemos una enorme experiencia histórica en la lucha por la libertad de expresión,que han liderado los organismos de derechos humanos en la salida de la dictadura y en estos años de democracia. Y permiten pensar pedagogías de la memoria, que no son solo escolares o universitarias, sino también informales. Pensar en campañas de comunicación, en el arte, en la movilización social, como la que se produjo después del atentado a la vicepresidenta: ya habíamos dicho “Nunca Más”. Y, frente a los embates del pacto democrático, fortalecerlo, promover políticas públicas. El derecho -y sobre todo el derecho penal-se usa cuando ya nos hemos quedado sin las herramientas y recursos que tenemos como sociedad.

-¿Por qué considerás que la penalización puede ser tan negativa?

-Cuando se inicia un proceso penal porque se denuncia lo que alguien dijo, también se ayuda a darle visibilidad a ese discurso, porque sale en las noticias. Esas personas denunciadas puede ser dirigentes sociales, periodistas, pero en muchos casos son anónimos. Tienen escasa influencia social. Entonces se los reproduce y también se los victimiza. Se colabora en que digan que han sido perseguidos por ejercer el derecho a la libertad de expresión. En Argentina y América Latina tenemos una historia que nos hace tener mucho cuidado cuando se trata de la libertad de expresión. Hay que evitar correr el riesgo de que después seamos perseguidos con esas mismas leyes que ayudamos a crear. El Poder Judicial argentino está muy cuestionado, no sólo por el kirchnerismo, también por losciudadanos. Entonces,¿por qué le daríamos más trabajo y poder a la Justicia y encima con figuras difíciles de aplicar?¿Cómo determinamos que algo es una incitación a la violencia y no una ironía o una metáfora?Hace algunos días, salió en las noticias que le hicieron una denuncia a quienes cantan en las marchas: “Si la tocan a Cristina que quilombo se va armar”, por incitación a la violencia. Es una herramienta compleja que no resuelve el tema.

-¿Cuáles son las causas de tanta violencia?

-Es un problema socio-cultural en el que los discursos contribuyen porque no son inocuos, pero no son el único problema. Está muy ligado a la situación material de la sociedad: desigualdad, fragmentación e incluso de guetificación de las ciudades, porque ya ni nos cruzamos entre los diferentes sectores sociales. Vamos a distintos barrios, a distintas escuelas y usamos distintos hospitales. En Argentina existieron políticas públicas mucho más inclusivas en otros momentos históricos. Y no es casual que estemos en esta situación: veníamos de una pandemia y vivimos una crisis económica.

- ¿Por qué muchos periodistas se instalan en los discursos del odio?

- Las personas que tienen mucha influencia en la opinión pública tienen una responsabilidad mayor, lo dicen los sistemas jurídicos internacionales.Es el caso delos grandes comunicadores, pero también de representantes políticos, dirigentes religiosos, incluso figuras mediáticas. Por otro lado, está claro que hay adhesión a estos discursos de odio, porque estas figuras tienen altos niveles de audiencia ysi vemos sus trayectorias observamos que enfatizan su virulencia discursiva porque les genera mayor rating. La pregunta es: ¿Qué pasa en la sociedad para que esto genere rating?

-¿Qué pasa en las redes sociales con estos discursos?

- Las redes sociales generan más “clics”, reproducciones y reposteos de algunos discursos por sobre otros. Y esto hace quesuban en el algoritmo. Las redes sociales funcionan así: lo que más se ve, genera más rentabilidad para las plataformas.Eso va de la mano de una cuestión económica. Por eso el problema de la concentración de las redes sociales y la moderación de contenido por algoritmo. En los medios tradicionales lo que existe es un editor, que es quien hace una lectura ética de lo que se publica y tiene que dar la cara jurídicamente. Las redes sociales tienen sus normas y uno adhiere a ellas, pero tampoco hay posibilidad de no adherir. El debate público pasa en gran medida por esas redes. Y ellas funcionan de dos maneras: tienen moderadores humanos, personas que miran y leen cosas muy insalubres; y moderación de contenidos automáticos, no siempre es directamente censura.

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