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Desapariciones forzadas en democracia: Madres que buscan

Viviana lleva sobre el rostro una máscara con la cara de su hijo Facundo Rivera Alegre. Camina junto a otras personas en una de las históricas rondas de Plaza de Mayo, detrás de una bandera que hace presente a las 30.000 personas detenidas y desaparecidas en la última dictadura cívico-militar-eclesial. Pero Facundo, el "Rubio del pasaje", desapareció hace 11 años. Es una de las más de 200 víctimas de desaparición forzada durante los casi 40 años de democracia. Viviana lo sigue buscando, como las Madres de Plaza de Mayo.

Por Anabella Antonelli

Fotos por Diego Cabrera

Esperan, exigen, levantan carteles, hacen marchas y caravanas, recorren ministerios, comisarías, llaman, insisten, se reúnen con familiares de otras personas desaparecidas. Ahora mismo, miles de madres buscan desesperadamente a sus hijes, habitan la ausencia, la pregunta sin respuesta y la impunidad.

“Falta poco, señora”, le dijo amenazante un policía a Viviana Alegre, señalando a su hijo, poco antes de su desaparición. No le dijo para qué. Meses después, el sábado 18 de febrero de 2012, Facundo salió de su casa en barrio Junior de la ciudad de Córdoba y no regresó. Fue con sus amigos al baile de Damián Córdoba en el Estadio del Centro y después las certezas se transforman en un puñado de pistas. Viviana, una mujer pequeña con una fuerza arrolladora, comenzó a buscarlo de inmediato. Sabía a lo que se enfrentaba, “un monstruo enorme”, dice. No era el primer desaparecido en la familia: su hermano Marco Alegre y su cuñada Natalia Regueiro Kanemann, embarazada de seis meses, fueron secuestrados en 1978, víctimas del terrorismo de Estado, mientras se juagaba la copa del mundo en Argentina. Para entonces, las madres de las personas desaparecidas ya se reunían y buscaban juntas a sus hijes víctimas del terrorismo de Estado. A la cifra de 30.000, acuñada por CONADEP, se le suman 400 personas LGTB, sobre las que el régimen desplegó una brutal saña. Sin embargo, esta forma de violencia no es privativa de las dictaduras y, como dice Nora Cortiñas, madre de Plaza de Mayo, “cada gobierno tiene sus desaparecidos”, y el de José Manuel De la Sota no fue la excepción.

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La primera desaparición forzada en democracia fue la de José Luis Franco en la ciudad de Rosario, a pocos días de asumir su mandato el ex presidente Raúl Alfonsín. Pero recién en 2006, con la segunda desaparición de Jorge Julio López tras declarar en el juicio contra el represor Miguel Etchecolatz, se visibilizó públicamente esta forma de violencia institucional a manos de agentes del Estado. A las 8.200 personas asesinadas por gatillo fácil en cárceles y comisarías, o femicidios con arma reglamentaria, se suman más de 200 desapariciones forzadas, según lo contabilizado por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI). “La cantidad de casos en períodos constitucionales replantea la consigna Nunca Más, porque además el Estado propicia con sus recursos su invisibilización (…) sus agentes encubren, se niegan a investigar, entorpecen y generan consenso para naturalizar esas prácticas represivas”, escribe la periodista Adriana Meyer en su libro Desaparecer en Democracia (2021). No hay listado oficial de personas desaparecidas ni protocolo o abordaje específico para esos casos. Las familias padecen maltratos cuando denuncian, son hostigadas y no reciben contención ni seguridad durante el proceso de búsqueda.

“La desaparición de Facundo Rivera Alegre se llevó a juicio en agosto de 2015, caratulado como homicidio, aunque nunca apareció su cuerpo. La hipótesis principal del fiscal Alejandro Moyano señalaba que, en medio de una discusión por compra de drogas, dos hijos de un narcotraficante de barrio Maldonado lo habían matado de un disparo” “La desaparición de Facundo Rivera Alegre se llevó a juicio en agosto de 2015, caratulado como homicidio, aunque nunca apareció su cuerpo. La hipótesis principal del fiscal Alejandro Moyano señalaba que, en medio de una discusión por compra de drogas, dos hijos de un narcotraficante de barrio Maldonado lo habían matado de un disparo”

La desaparición de Facundo Rivera Alegre se llevó a juicio en agosto de 2015, caratulado como homicidio, aunque nunca apareció su cuerpo. La hipótesis principal del fiscal Alejandro Moyano señalaba que, en medio de una discusión por compra de drogas, dos hijos de un narcotraficante de barrio Maldonado lo habían matado de un disparo. Para Viviana la situación es más compleja y afecta los intereses de la industria del cuarteto y de la noche, de un José Manuel de la Sota precandidato presidencial y de un Juan Schiaretti candidato en la provincia. “Nosotros absolvimos a los imputados, seguro tuvieron algo que ver, pero no son los verdaderos responsables. Si tirás de esos pibes caen los de arriba: canas, narcos, el poder político de turno y una banda de cuarteto con una custodia policial pesada -sentencia-. El proceso judicial fue ineficiente a sabiendas y desligó a los verdaderos responsables”. En noviembre de 2022, volvieron a constituirse como querellantes para que se reinicie la búsqueda. “Voy a seguir, no sé si va a haber Justicia, pero al menos quiero saber la verdad”, dice Viviana.

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"El proceso judicial fue ineficiente a sabiendas y desligó a los verdaderos responsables”, señala Viviana sobre el caso de su hijo.

"El proceso judicial fue ineficiente a sabiendas y desligó a los verdaderos responsables”, señala Viviana sobre el caso de su hijo.

¿Dónde están?

El primer día del Mundial de 1978, un documentalista holandés decidió ir a Plaza de Mayo y registrar a las decenas de mujeres que, con pañuelos blancos en sus cabezas, caminaban en círculos reclamando por sus hijes, enfrentando la represión: “Hay momentos que se va del temor al coraje en un minuto”, dice una de ellas mirando a la cámara. Otras gritan que “por lo menos” quieren saber dónde están sus hijos, que por qué no les dicen “si están vivos o muertos”, que buscan eso nada más, que si les responden ellas se retiran. “Yo no quiero a mi hijo, quiero a los hijos de todas las madres”, grita otra madre de Plaza de Mayo.

“A las 8.200 personas asesinadas por gatillo fácil en cárceles y comisarías, o femicidios con arma reglamentaria, se suman más de 200 desapariciones forzadas, según lo contabilizado por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI)” “A las 8.200 personas asesinadas por gatillo fácil en cárceles y comisarías, o femicidios con arma reglamentaria, se suman más de 200 desapariciones forzadas, según lo contabilizado por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI)”

Sus palabras son las de Viviana, las de Rosa Sabena, las de Rosa Arias y las de tantas otras madres que tuvieron que salir a buscar a sus hijes desafiando la complicidad policial y judicial. “No estamos solas. La lucha es y será colectiva, la misma Soledad (Laciar) dijo que esto no termina con el juicio (por el asesinato de su hijo Blas Correa en manos de la policía), sino que recién comienza, porque justicia es que no pase más”. En su celular, Viviana tiene varios grupos de WhatsApp donde mantiene conexión con personas vinculadas a causas de desaparición forzada o violencia institucional. “Si sabemos de algún caso tratamos de comunicarnos con la familia para orientarla, contenerla y para que sepa que no está sola”, refiere.

Busca a Facu, acompaña a otras familias y a la suya propia. Mientras Viviana habla, su nieta le ceba mates. Es hija del Rubio, era una beba cuando él desapareció. “La vida de quienes buscamos a nuestros hijos tiene altibajos. Muchas hemos tenido cáncer de mama o de útero, órganos relacionados con la maternidad. También tiene que ver con tragar toda la furia y la bronca. La salud física y mental se deteriora, y si no tenés cobertura de salud es muy difícil, no hay acompañamiento desde el Estado. Hay madres que no soportaron, además tenés otros hijos y no es que sea más importante el que no está, pero es el que no está y por eso una le pone voz”, señala.

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“Si sabemos de algún caso tratamos de comunicarnos con la familia para orientarla, contenerla y para que sepa que no está sola”, afirma la madre de Facundo.

“Si sabemos de algún caso tratamos de comunicarnos con la familia para orientarla, contenerla y para que sepa que no está sola”, afirma la madre de Facundo.

El jueves 23 de febrero Viviana, familiares y amigues de Facu lo recordaron en la plaza del barrio, con la consigna “Te queremos aparecido”. Organizaron un festival con artistas locales e instalaron un memorial realizado junto a les artistas Elia Bisaro y Andrés Torregiani para que Córdoba recuerde que un pibe que ahí se juntaba con sus amigos, está desaparecido. “Son 11 años de llantos, de bronca. Estoy cansada, pero hay que continuar -dice Viviana-. El monstruo que tenemos al frente es grande y si bajamos los brazos se agrava la situación y mañana le va a pasar a alguien más. Quiero algo mejor para mis nietas y para los pibes y pibas”.

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