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Inés Almirón: Sonido cordobés en el cine español

Inés Almirón nació en Córdoba, donde se formó como sonidista de cine. Hace casi veinte años que trabaja en el cine español. Participó en una película de Almodóvar y se cruzó en otras con Antonio Banderas, Vigo Mortensen, Carmen Maura y Carmen Macchi. Acaba de hacer el sonido de "Las paredes hablan", de Carlos Saura (91). En 2009 compró una casita en el Valle de Punilla y no descarta volver a su terruño natal. Aunque ve poco cine cordobés, está convencida del talento mediterráneo. 

Por Carlos Ruiz / @qarlos_ruiz

Conserva esa sonrisa tímida que tenía cuando concurría a las clases de sonido de Flavio Govednik en la escuela de cine La Metro, de Córdoba, soñando con trabajar algún día como sonidista en una película. Hoy, casi dos décadas después y tras un largo camino recorrido, dialoga con Mi Córdoba desde su departamento madrileño, donde vive con su pequeña hija Deva y su gato Peluchín. Aunque la virtualidad no permita sentirlo, la fría tarde de Madrid contrasta con el verano cordobés.

-¿Te gusta Madrid?

- Definitivamente. Supe que esta ciudad era para mí porque tiene el tamaño de Córdoba. No podría vivir en Buenos Aires, por ejemplo, porque me intimida.

Inés Almirón viene de una familia de médicos. Tiene dos hermanos y uno de ellos, Pablo, es también músico. Comenzó sus estudios de La Metro, escuela de cine de Córdoba y en La Colmena, antes de probar suerte en la ENERC, la escuela de cine del INCAA donde se enseña la carrera de sonido para cine. Entrar a la ENERC, una de las mejores escuelas de cine de Iberoamérica, fue un punto de inflexión en su vida.

“Soy mala directora (risas) así que en algún momento volveré al guion, pero no a la dirección porque dirijo como el culo. Tengo demasiada empatía. Me duele que la gente tenga hambre, que tengan frío a la noche. Entonces corto la toma o dejo la primera porque no quiero que el equipo sufra. Eso no es bueno para un director” “Soy mala directora (risas) así que en algún momento volveré al guion, pero no a la dirección porque dirijo como el culo. Tengo demasiada empatía. Me duele que la gente tenga hambre, que tengan frío a la noche. Entonces corto la toma o dejo la primera porque no quiero que el equipo sufra. Eso no es bueno para un director”

- ¿Cómo llegaste de la ENERC a España?

- Entrar a la ENERC me cambió la vida. Les había prometido a mis viejos (médicos) que si no entraba me volvía a Córdoba a estudiar medicina. Pero entré y eso terminó por definir mi futuro. Cuando me recibí, en el 2000, me fui a España a probar suerte con la idea de volver a Buenos Aires. Era el último año de la peseta, yo tenía ahorrado un poquito, pero trabajaba repartiendo periódicos, estaba sin papeles, y me anoté en un Master de sonido. Lo terminé y volví a Córdoba poco antes de diciembre del 2001, el año del desastre. Me hace acordar a la película (“La odisea de los giles”) de Darín, esa que dice: “Si ponemos todo el dinero en el banco ¿qué puede pasar?”, era “agosto de 2000”. No me quedó otra que volver a España. Y fue difícil ese año porque junto conmigo vinieron muchos padres de amigos y amigas a buscarse la vida. Nosotros teníamos apenas 20 años y ellos venían con 40 o 50 tacos a empezar. Eso me hizo crecer rápido, conseguí trabajo, empecé a trabajar en una productora donde yo hacía la película, pero no podía poner mi nombre porque no tenía papeles. La precariedad era total. Pero por lo menos empecé a rodar, a conocer cosas, a conocer gente. Y ahí bueno, pues si, empecé.

- Y luego vino otra crisis grande que hubo en Europa en 2008…

- Si, ahí rodábamos muchísimos documentales y yo aprovechaba para viajar por el mundo. Conocí medio mundo así. Ocurrió que, por la crisis, las producciones dejaron de llevar sonidistas. El sonido es lo primero que se recorta en una producción, y se le encarga al cámara o a quien sea. Siempre somos el último orejón del tarro. A partir de ahí empecé a hacer postproducción, tuve un estudio de grabación, hice discos de jazz, pero bueno, en ese momento no era tan redituable.

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La sonidista cordobesa, en pleno rodaje.

La sonidista cordobesa, en pleno rodaje.

- ¿Cómo lograste insertarte en el mercado español? ¿Cómo influyó el hecho que seas mujer?

- No hay muchas mujeres. Justamente acabo de recibir una beca de Netflix el año pasado, porque no hay tantas mujeres mezcladoras, es un lugar donde es muy difícil entrar. Al final tiene que haber un hueco en algún momento. No podés pretender entrar a un sistema que es bastante cerrado. Aquí y en cualquier lugar del mundo, imagino yo. No podés caer en una ciudad y decir “hago películas” y esperar que te llamen, no es así. Tenés que entrar por algún sitio. Como siempre decimos: estar en el lugar y en el momento justo, estar dispuesto a subirte a un tren que a lo mejor sale rápido. Ayuda mucho ser una persona empática y buscar ese contacto. Esto no es solo para trabajar en sonido, se puede llevar a cualquier profesión. Tienen que ser algo que te guste hacer. Porque si no se nota, en algún lado, que no estás a gusto. A mí me pasa cuando viene un chico o una chica que quiere hacer sonido y se aburre con la palabra hablada; le digo: esto no es lo tuyo.

“En un rodaje tenés que ser más salvaje, entre comillas, de aguantarte cosas y demás. En la posproducción, en cambio, tenés que ser muy organizada, muy ordenada, tener paciencia para detectar cada ruidito. Es mucho más controlado ese universo” “En un rodaje tenés que ser más salvaje, entre comillas, de aguantarte cosas y demás. En la posproducción, en cambio, tenés que ser muy organizada, muy ordenada, tener paciencia para detectar cada ruidito. Es mucho más controlado ese universo”

- Y la postproducción también requiere otra personalidad...

- A mí me gusta mucho. Me compensa. En un rodaje tenés que ser más salvaje, entre comillas, de aguantarte cosas y demás. En la posproducción, en cambio, tenés que ser muy organizada, muy ordenada, tener paciencia para detectar cada ruidito. Es mucho más controlado ese universo, de alguna manera.

- ¿Cuál de esos mundos te seduce más?

- Ahora estoy trabajando mucho en posproducción. Estuve haciendo muchas mezclas para doblaje. El 70 por ciento de las películas en España se ven dobladas. Son buenísimos aquí, son los mejores doblajes del mundo. Es una profesión subterránea, porque no aparecen ni en los créditos. Utilizan una técnica completamente diferente y a mí me gusta aprender. Hay mucho orden, mucho protocolo de cómo se hace y es muy divertido. Pero es otro mundo y tuve que dejar de hacer rodajes y los echaba de menos. Tampoco se puede vivir sin rodajes.

- ¿Qué películas en las que trabajaste te dejó alguna marca o algo que recuerdes?

- Cada película es diferente. Lo que tengo más fresco es la última con Carlos Saura: “Las paredes hablan”. Es una eminencia. Rodar con él para mí fue un honor. El rodaje fue muy divertido, porque Saura me decía: “Inés, siento decepcionarte, porque yo no me acuerdo cómo era estar en un rodaje, no me gustan que me pongan micrófonos. Para mí la película es música y la voz que habla, y nada más”. Siempre que llegaba a la filmación repetía: “Inés, yo no voy a hablar, no quiero hablar, no quiero salir en la película” y yo le decía: “bueno, por si acaso…” y le ponía un micrófono como podía, “acá en la corbata te queda bien, en este pañuelito… lo tengo apagado, no te preocupes”. Si ves la película, ¡Saura sale hablando todo el tiempo! La otra peli que estuvo de candidata a los Goya el año pasado es un film de terror que hicimos justo cuando terminó la pandemia, aquí en un edificio, no nos podíamos mover de ahí. La película se llama “Contando ovejas” y el director me llegó a gritar: “Me importa una mierda el sonido” porque yo cortaba planos y demoraba la filmación. Después, de las pocas críticas buenas que tiene la película, lo mejor es el sonido. Es como trabajar a pesar de que el director no quiere que trabajes.

Las paredes hablan, el documental de Carlos Saura, con sonido de la cordobesa Inés Almirón..jpg
Las paredes hablan, el documental de Carlos Saura, con sonido de la cordobesa Inés Almirón.

Las paredes hablan, el documental de Carlos Saura, con sonido de la cordobesa Inés Almirón.

- Y de tu etapa documental, ¿qué recordás?

- Es una etapa muy linda, que no se ve tanto en salas. En 2013 tuve el placer de hacer unos documentales sobre las catedrales de España, que están en Youtube. Pude hacer la música de los siete capítulos. Eso fue para mí un reto, porque pude hacer el sonido, luego la postproducción y también la música, que me la encargaron después. Para mí fue súper gratificante. No me dedico a la música de cine porque lleva demasiado tiempo y no puedo dedicarle tanto. Pero en ese caso sí pude y fue muy divertido. Y luego los viajes. Filmar en México, filmar en el Sahara, ver lugares que nunca has visto. Viajar rodando, sobre todo documental, es maravilloso porque ningún guía turístico, ningún pack de viaje, te va a hacer conocer a esas personas, conseguir entrar en sus casas… tú lo sabes. Rodamos un documental sobre la Pachamama: meterte en la casa con la gente, vivir la Pachamama con ellos, es increíble. Como turista podés o no tener una anécdota, pero aquí estás metido en la temática. Es súper interesante y es algo que no tiene precio en nuestra profesión.

- ¿Incursionaste también en guión y dirección? ¿O siempre sonido?

- Hice cositas de guión, como un corto rodado en Córdoba que se llama “Las siete alcantarillas” (2004). La dirección es de Chus Gutiérrez, una directora española. Fue el primer rodaje en Córdoba con HD. También hice un corto con Ulises Dumont. Pero soy mala directora (risas) así que en algún momento volveré al guión, pero no a la dirección porque dirijo como el culo. Tengo demasiada empatía. Me duele que la gente tenga hambre, que tengan frío a la noche. Entonces corto la toma o dejo la primera porque no quiero que el equipo sufra. Eso no es bueno para un director.

“Ahora estoy trabajando mucho en posproducción. Estuve haciendo muchas mezclas para doblaje. El 70 por ciento de las películas en España se ven dobladas. Son buenísimos aquí, son los mejores doblajes del mundo. Es una profesión subterránea, porque no aparecen ni en los créditos” “Ahora estoy trabajando mucho en posproducción. Estuve haciendo muchas mezclas para doblaje. El 70 por ciento de las películas en España se ven dobladas. Son buenísimos aquí, son los mejores doblajes del mundo. Es una profesión subterránea, porque no aparecen ni en los créditos”

- ¿Cómo ves el nivel de Córdoba? ¿Seguís al cine cordobés? ¿Conocés directores y técnicos cordobeses?

- Poco. Vi las cosas de la Naty Córdoba (Natalí Córdoba), lo de Rafa (Rafael Escolar). Creo que Córdoba tiene muy alto nivel en publicidad, estoy muy conectada con José García, que hace muy lindas cosas, con mucho gusto estético. También soy amiga de Matías Zanotti (vestuarista), que vive aquí cerca. Estoy en contacto con Juan Sebastián Torales (santiagueño que estudió cine en Córdoba) que está en Paris. Lamentablemente no veo mucho cine cordobés porque no tengo mucho acceso. No me entero. Hay mucho cine en Latinoamérica y en las provincias, no solo en Buenos Aires, que me gustaría que se visualice mucho más.

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Ines Almirón con Carlos Saura. La cordobesa le puso sonido al último documental del maestro español.

Ines Almirón con Carlos Saura. La cordobesa le puso sonido al último documental del maestro español.

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