La docencia, un trabajo históricamente feminizado

El día de la Seño. Al 11 de septiembre, efeméride obligada del calendario escolar que celebra a docentes, se suma el aniversario del nacimiento del educador popular Paulo Freire y de la educadora María Saleme. Dos maestras cordobesas reflexionan para MI Córdoba sobre los debates feministas que habitan las aulas y la deuda del Gobierno con el trabajo docente.

Por Anabella Antonelli

A fines del Siglo XIX, el Estado argentino quiso homogeneizar, “civilizar” y “argentinizar” a la migración europea que empezaba a poblar el país. La educación pública, obligatoria, laica y gratuita fue un eje central del proyecto político. Las mujeres fueron elegidas para la tarea: eran mano de obra barata y su capacidad como educadoras se percibía como la extensión de su rol social como madres con “instinto natural”. Siglo y medio después, la docencia sigue fuertemente feminizada y, aunque en la década del 70 hubo una sindicalización masiva de las trabajadoras, el amor a la infancia y la vocación siguen pensándose como base de la tarea.

El desafío hoy es dejar los vicios históricos que ven a la docente como la segunda mamá”, explica Candela Molina, Licenciada y profesora en Sociología, maestranda en Pedagogía. “Problematizar el lugar de la mujer sólo como cuidadora, incluso pensando a la escuela como un espacio de cuidado, es negar que es un trabajo profesional que implica formación académica, responsabilidad en la enseñanza de contenidos, además de sostener vínculos”, refiere, señalando que los niveles académicos de más prestigio, como el superior, coincide con mayor presencia masculina.

Educar es escuchar

María Saleme, docente y militante, comenzó alfabetizando a obreras en su Tucumán natal, acompañando su proceso de organización política. Sus preocupaciones eran la educación de excluides, la formación docente, la infancia sin derechos y los pueblos desplazados. Fue decana de la Facultad de Filosofía de la UNC. “Era una educadora popular, reconociendo y transformando sus propias ideas a partir de lo que escuchaba, decía que educar es escuchar”, comenta Sandra Lario, docente integrante de la agrupación Educadorxs Desde el Sur.

Amelia Insaurralde fue militante y maestra en Punilla, secuestrada por la última dictadura cívico-militar-eclesial y asesinada en el Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio Campo de la Ribera. Ambas mujeres “tenían una fuerte responsabilidad y compromiso con las comunidades en las que trabajaban desde las lógicas del cuidado, estando atentas a lo que sucedía ahí, reconocían el dolor y ayudaban a transformarlo -explica Sandra- Es una pedagogía que le da lugar al cuerpo, el cuerpo que envejece, que abraza. En las palabras de Saleme siempre estaba muy presente el cuerpo entero”.

No les preocupaba ser figuras políticas porque la construcción estaba en los lazos cotidianos. “En tiempos de tanta exposición y autorreferencia, sigue siendo una forma de hacer política que nos interpela”, refiere la activista. En momentos de discursos de odio, hay otra pista feminista en la actitud de escucha silenciosa y amorosa que tenía Saleme, “habilitando totalmente al otro con lo que el otro es. Se trata de pensar con afectos y aprender con afectos, que son en los que creemos profundamente para crear el mundo en que queremos vivir”.

Debates feministas en las aulas

El movimiento feminista tuvo una potencia tectónica, metiéndose en todos los ámbitos de la vida. Las violencias, el aborto, las identidades sexo-genéricas, la desigualdad son debates que les estudiantes llevan a la escuela. El aula tiene una agenda atravesada por debates feministas que alientan una pedagogía crítica donde circule la voz y la autoridad, valorando la experiencia como un saber, construyendo conocimiento colectivamente, alerta a las desigualdades y a los discursos discriminatorios y normativos.

La Ley de Educación Sexual Integral (ESI) es uno de los triunfos del movimiento feminista. Sancionada en 2006, establece el derecho de les estudiantes de todas las escuelas y niveles a recibir esos contenidos de manera integral. “Desde el estallido Ni Una Menos se le empezó a dar más valor y reconocimiento a la ley. Como herramienta, tiene el desafío de incidir en la organización escolar, de transversalizar la ESI a toda la institución. No es solo un contenido que se enseña en una materia, también hay que pensar qué pasa con la reproducción de los estereotipos de género en la vestimenta, qué pensamos como escuela y como comunidad respecto a la masculinidad, el binarismo, qué hacemos cuando hay discursos de odio en la institución”, explica Candela.

Desde 2015 y por ley, las escuelas de la provincia realizan anualmente la Jornada Educar en Igualdad para reflexionar y transformar las bases culturales en las que se asienta la violencia de género. “La legitimidad se ganó en las calles, la demanda desde las casas entró a las escuelas y el feminismo se puso en agenda. Es un gran avance”, sigue la docente, mientras señala que no se destinan recursos humanos para llevar adelante las jornadas.

Docentes que luchan

El alto acatamiento al paro docente del 30 de agosto pasado, pese a los descuentos, y la multitudinaria movilización que ocupó las calles de la ciudad, dan cuenta del malestar que se vive en las aulas. Desde el 2016, los salarios en educación son de los más atrasados en el sector público provincial, afectando principalmente a las mujeres, muchas sostenes de hogar. “Se sigue sin valorar el trabajo de cuidado, eso explica que nunca haya presupuesto para la escuela ni para el salario docente -refiere Candela-. Nosotras muchas veces sostenemos también el trabajo de cuidado en el hogar, además de las cargas docentes en la casa, un trabajo no reconocido”.

Además del reclamo salarial, exigen el fin de la sobrecarga y la precarización laboral, del ajuste en las jubilaciones y condiciones dignas de trabajo. “Si vamos a valorar la escuela y que ayude a construir una sociedad democrática, tiene que haber presupuesto del Estado para sostener esa construcción, sino es imposible. Lo mismo para transversalizar la ESI”, afirma Candela.

Desde el 2020, la docencia ha sido sometida a procesos y decisiones estatales que precarizan aún más la tarea. Decisiones ministeriales descontextualizadas que representan trabas en el trabajo cotidiano. “Volver a la normalidad después de la pandemia implicó darle más importancia a lo administrativo, cumpliendo con lo que piden los responsables de las inspecciones, supervisores, Ministerio -explica Sandra-. Cuando las políticas públicas no registran todo lo que pasó, se silencia e invisibiliza lo que pudo haber sido transformador en las comunidades educativas. Por eso colapsamos al volver a un ritmo que desconoce el padecimiento, las pérdidas, lo que nos pasó durante la pandemia y que nos sigue pasando”.

El avasallamiento sobre la jubilación expresa el descarte de quienes no importan. “Al neoliberalismo le estorban cada vez más cuerpos. Nuestros reclamos son por mejorar nuestras condiciones, pero hay que empezar a pensar cómo tienen que ser las relaciones de trabajo en un mundo donde realmente quepamos todos, porque los jubilados y jubiladas están quedando afuera, también están quedando afuera los maestros y maestras jóvenes que se insertan en programas más precarizados, los y las estudiantes salen de la escuela y tiene pocas perspectivas de ingreso a un sistema formal de empleo”, concluye Lario.

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