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Una historia de inflación: 1.042.075.335.274.820.000% en 80 años

El cálculo brutal de tres generaciones hijas de la inflación: un trillón por ciento en 80 años. La imparable devaluación de la moneda de nuestro país y una entrevista para graficar el tremendo aumento del costo de nivel de vida de los últimos años

Por Gonzalo Dal Bianco

Hay algo sobre lo que no hay dudas hoy en la Argentina: la inflación es un mal endémico de la economía nacional que limita las posibilidades de crecimiento y ensancha los caminos de pobreza. En contextos inflacionarios prolongados los ingresos, más tarde o más temprano, se deterioran y las familias deben comenzar a recortar gastos, eliminar o reemplazar consumos. El proceso conduce además a un deterioro de la actividad económica.

El caso de Argentina y su historia con la inflación no es nuevo. Casi todas las generaciones que hoy habitan el país vivieron procesos con estampidas de precios más o menos intensos y más o menos extensos en el tiempo. Salvador Vitelli es experto en Economía, Finanzas y mercados agropecuarios y se ocupó de echar una mirada hacia atrás y analizar cuánta inflación acumulada tiene cada argentino de acuerdo a su edad. Los resultados fueron sorprendentes: una persona que esté por cumplir 80 años radicada en algún lugar de la Argentina suma poco más de 1.000.000.000.000.000.000% de inflación en su vida. El número requiere ser traducido para una mejor comprensión: un trillón por ciento de inflación. Eso equivale a decir que esa persona próxima a soplar 80 velitas vio duplicar 50 veces los precios de la economía (una vez cada un año y medio). En el otro extremo, un niño que cumplió su primer año en febrero último sabrá el día de mañana que se duplicaron los precios en su corta existencia, lo que marca un problema transversal a las generaciones, agravado en el último tiempo. Para alguien próximo a cumplir 50 años, la cuenta arroja una inflación acumulada de 10 billones por ciento.

En el medio la moneda se fue transformando y destruyendo, y finalmente cambiando. Ocurrió cuando el Peso Moneda Nacional le dio lugar en 1970 al Peso Ley 18188 y ese traspaso implicó la eliminación de dos ceros: 100 pesos pasaron a ser un peso. Años más tarde, en 1983 apareció el Peso Argentino, que barrió cuatro ceros de su antecesor y eso implicó que 10.000 pesos Ley 18.188 fueran sólo un peso. Apenas dos años más tarde, el proceso inflacionario iba a desembocar en otro cambio de moneda y para 1985 irrumpe el Austral, que eliminó tres ceros de la moneda anterior: mil pesos argentinos se convirtieron en un Austral. Finalmente en 1992 y con la Ley de Convertibilidad, la Argentina volvió a tener pesos y ese cambio se llevó otros cuatro ceros, por lo que 10.000 australes se transformaron en un peso. Cuando ocurrió eso, el billete en circulación más grande era el de $100 y actualmente es el de $1.000, un valor 10 veces mayor, pero a esta altura claramente insuficiente. El Gobierno anunció que emitirá el de dos mil pesos este año, pero la economía reclama uno de mayor denominación, tal vez de cinco mil o de 10 mil, lo que implicaría 50 o 100 veces más que el de $100.

El proceso de cambios de moneda fue la consecuencia de la inflación constante que sufrió el país a lo largo de esos años en los que se eliminaron 13 ceros. En definitiva, un billete de $100 actual, si nunca se hubiese cambiado la moneda, equivaldría a uno de 1.000 billones de Pesos Moneda Nacional. Se necesitarían dos mil billones de Pesos Moneda Nacional para comprar un sachet de leche. En Argentina hoy casi no hay vehículos por debajo de los $4 millones, lo que implicaría 40 trillones de Pesos Moneda Nacional.

Habría que imaginar por un momento la experiencia frente a un cajero automático o el fenomenal negocio del transporte de caudales. Sería inviable por engorroso, pero permitiría transparentar un proceso corrosivo de décadas. A la inversa, los cambios de moneda y la eliminación de ceros encubren el empedernido fracaso de la política monetaria nacional.

Sin acuerdo

En la identificación de la raíz del problema de la inflación y en los tratamientos necesarios para combatirla es donde hay mayor pluralidad de opiniones y ninguna experiencia exitosa, dados los resultados, a excepción de los años de la Convertibilidad (que trajo otros problemas, pero no el inflacionario).

Vitelli dispara el debate de la raíz inflacionaria argentina con un tuit fijado en su cuenta en el que aporta un dato y una cita: “Desde 2003 hasta la fecha la base monetaria ampliada (incluyendo pasivos remunerados) ha aumentado 12.549% mientras que los precios han aumentado un 12.157%”. Y agrega una célebre frase del economista liberal estadounidense Milton Friedman: “La inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario”. Sobre el volumen de los pasivos remunerados, Vitelli aporta un inquietante dato histórico: “Al 15/2 la relación entre los pasivos del BCRA por los cuales se paga una tasa por encima del 105% y la base monetaria, se ubica en 210%. Última vez que estuvo en estos niveles: Marzo de 1989 (236%, marcando máximos)”.

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Nacido en la localidad cordobesa de Adelia María, Salvador Vitelli es experto en Economía, Finanzas y mercados agropecuarios.

Nacido en la localidad cordobesa de Adelia María, Salvador Vitelli es experto en Economía, Finanzas y mercados agropecuarios.

En diálogo con MI Córdoba, el economista de Adelia María explica el gráfico que elaboró para calcular la inflación vivida por cada argentino de acuerdo a su edad: “Ese gráfico tiene un condimento muy interesante. Lo que muestra es la cantidad de inflación vivida de acuerdo a los años que tiene cada uno. Una persona que tiene 79 años llegó al trillón por ciento de inflación, un número escandaloso. Pero al mismo tiempo, una persona de un año vivió siempre con marcas mensuales de entre el 4 y el 8 por ciento”, indica.

- Una persona de 80 años tuvo contadas excepciones de su vida sin inflación…

- La persona de 80 años vivió un 39% de su vida con inflación de entre 0 y 2 por ciento; 19% de la vida con inflaciones de entre el 2 y el 4 por ciento; 16% de la vida con inflación entre 4 y 8 por ciento; 9% de la vida entre 8 y 16 por ciento; y un 5% por arriba de 16%. En años, eso daría que pasó 38 años con inflación mensual de entre 2 y 16 por ciento o más.

- Es un proceso de deterioro de la moneda sin pausa…

- Es una erosión del poder adquisitivo de la moneda monumental. De hecho, todavía encontramos personas mayores que hablan en pesos argentinos o pesos ley. Se les mezclan las monedas, porque tuvimos el peso nacional, el peso ley 18.188, el peso argentino, el Austral y el peso. En ese ínterin le sacamos 13 ceros a la moneda y cambiamos cinco signos monetarios. Ni Venezuela tuvo ese comportamiento combinado, a pesar de que muchas veces se la coloca como el mal ejemplo.

- Los billetes quedan chicos en valor ante la pérdida de poder adquisitivo…

- ¡Claro! Ahora hablamos de emitir el billete de 10 mil pesos, que si uno lo mira en términos económicos hace falta porque van a emitir el de $2 mil y quedará chico para las transacciones. Pensemos que hoy ese billete tiene el mismo poder de compra que el de $ 1.000 hace un año. Y pensemos que ese nuevo billete va a comenzar a circular a mitad de este año. Sólo tomando desde que se anunció hasta que saldrá a la calle, va a perder 30 o 40 por ciento de poder adquisitivo.

- Ese proceso lleva a que se pierda la noción del valor de las cosas…

- Sin dudas. La Argentina tiene completamente rotos los precios relativos, se perdió relación entre muchos precios de la economía. Hasta hace unos meses, comprar un jean y un televisor costaba casi lo mismo. Eso hace que la gente vaya perdiendo idea de cuánto cuestan las cosas y sale a comprar algo y no sabe si ir con dos mil pesos o con seis mil porque no tiene certeza de cuánto cuestan las cosas aproximadamente.

- Además de la relación de precios entre productos, hoy no se sabe si el precio de un artículo es justo o exagerado…

- Lógicamente que uno no sabe los precios de toda la economía, pero sí una aproximación de qué tan caro o barato puede resultar una cosa con respecto a otra. Pero al romperse ese mecanismo el consumidor queda indefenso, porque pierde referencias. Uno da por hecho que un tornillo es más barato que un taladro, y hoy se puede encontrar con que no es así. Eso provoca un daño porque se dificultan las transacciones.

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- Está claro que el remedio no se encontró aún, ¿pero al menos hay coincidencias con el diagnóstico?

- El diagnóstico depende a quién le preguntes. Si hablas con un economista más keynesiano tal vez te diga que la emisión no es responsable de la inflación y si le consultas a uno más ortodoxo te va a decir lo contrario. Personalmente creo que en la medida en que se emitan billetes sin respaldo va a derivar en inflación y eso está completamente demostrado. En la medida en que haya más billetes circulando sin que crezca la economía, la inflación será inevitable. Hay una relación lógica entre bienes y servicios y billetes. En la medida en que se siga emitiendo para financiar el crónico déficit fiscal que tenemos, vamos a ir a más inflación. Y lo que ocurre en realidad es que el billete pierde valor, cada vez vale menos. Me gusta por ahí verlo más de ese modo porque no es que las cosas aumentan el valor, sino que el peso alcanza para comprar cada vez menos. El problema es el peso.

Los precios, Maradona y el segundo gol a los ingleses

A la hora de analizar las dificultades para solucionar el proceso inflacionario en Argentina, Salvador Vitelli remarca que “el problema principal hoy, pensando hacia adelante, es la expectativa. Las autoridades monetarias en el mundo aseguran que el 98% de su política se hace hablando y el 2% restante con hechos. Y eso es así porque hay una reputación y una confianza en las autoridades monetarias que aquí no las tienen. Incluso relacionado a eso hay una teoría que es la de Maradona y que recuerda el segundo gol contra los ingleses en 1986”, explicó el economista.

- ¿Cómo es eso?

- Cuando Maradona toma la pelota en la mitad de la cancha comienza una carrera que es mayormente en línea recta y en buena medida logra superar a todos porque tenía ya la fama de ser un gran regateador. La conclusión fue que los defensores se fueron inclinando hacia los costados queriendo anticipar lo que se suponía que iba a hacer y no hizo. Eso se construye con expectativas y confianza. Por eso relacionan a la economía monetaria con aquella perla futbolística de 1986.

- En Argentina la que parece Maradona es la inflación…

- Hoy es muy difícil frenar la inercia inflacionaria porque están las expectativas por el piso y muy poca credibilidad en la autoridad monetaria que es el Banco Central. Cuando se escucha que van a tomar medidas para frenar la inflación lo primero que surge es la duda. Y además hay muchas variables que están ajustando por inflación pasada. Esa inercia es fenomenal y un ejemplo concreto es el de los alquileres.

- Y en la micro se observa el ajuste de precios por cobertura, por las dudas…

- En la micro se intenta sobrevivir en la jungla y también eso lleva a ajustar precios. Uno no podría señalar con el dedo al que sube los precios porque seguramente está tratando de sobrevivir. No puede ser que los malos empresarios estén todos concentrados en Argentina. Pensemos el que tiene que importar y no le habilitan el dólar oficial y debe recurrir a los propios, que no son otros que el blue o el financiero, que cuestan el doble. Esos actores van a ajustar precios por costos de reposición. Se suman muchos puntos en este proceso inflacionario.

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- Y si no tienen dólares, pueden faltar productos, otro motor inflacionario…

- Exacto. Lo mismo ocurre con aquellos que deben importar y no tienen posibilidad de acceder a esos dólares propios y entonces lo que ocurre es que puede haber faltantes. Cuando eso ocurre, los productos disponibles aumentan de valor por la escasez. Por eso los empresarios que pueden lo que hacen para resguardarse es quedarse posicionados con mercadería: el que hace ladrillos se queda con ladrillos, el que hace acero lo mismo y el que produce soja, sostiene lo más que puede los silobolsas. En el comercio, lo que no es perecedero se sobrestockea. Hoy los pesos se derriten en la mano y tener dinero parado un día produce una pérdida del 0,2%. Cuando uno tiene un resultado muy ajustado ese porcentaje es muchísimo.

El combustible de la pandemia

¿Hoy se está pagando el costo de la necesaria emisión que se realizó durante los peores momentos de la pandemia, en 2020 y 2021? En aquel momento los estados salieron a sostener la actividad manteniendo al menos parcialmente a muchos actores privados que corrían riesgo de quebrar ante la brusca parálisis de la actividad. Incluso el Estado pagó por meses los salarios de muchas empresas en la Argentina. Esos recursos, ¿hoy son parte del problema?

“Si uno mira lo que ocurrió en la pandemia, se emitió de manera colosal. Al principio no generó inflación por un efecto precaución, por el cual la gente prefería la liquidez por la gran incertidumbre que reinaba, que nadie sabía bien qué podía llegar a ocurrir. Esa sensación hace que la gente prefiera tener dinero en el bolsillo para enfrentar cualquier eventualidad. Lo que ocurrió después es que se fue absorbiendo ese excedente vía pasivos remunerados. Si uno mira la base monetaria a lo largo de la gestión, fue bajando en términos reales, lo que implica que creció menos que la inflación. Pero si uno mira los pasivos remunerados se ve que aumentaron a niveles similares a los que tuvo (Mauricio) Macri cuando le estalló el problema de las Lebacs en 2018. Los pasivos remunerados son títulos de corto plazo que el Banco Central remunera para que no se le vaya a precios. Por una ventanilla emite como loco y por la otra los capta cambiándolos por esos títulos que implican 105 y 107 por ciento de tasas de rendimiento. Es inflación contenida, porque no son parte de la base monetaria o de los billetes que uno ve circulando en la diaria. Ahí arranca una discusión sobre hasta dónde toda esa bola ya está incorporada a los precios y hasta dónde no”, indica el economista. Y agrega: “Mi sensación es que no están en precios porque si no se largan a la calle y no debería pasar nada; y hoy no los quieren hacer circular porque se puede generar un fogonazo inflacionario”.

- Muchos plantean la necesidad de eliminar el déficit para comenzar con la solución, ¿es por ahí?

- Hay muchas variables que están descontroladas. Pero la madre de todos los problemas siempre termina siendo el déficit fiscal y el Estado gastando más de lo que recauda. Y si bien la tasa de presión fiscal parece ser baja, el problema es que recae sobre pocas personas porque hay un 50% de la economía en negro. Por eso hay muchas variables como la deuda del Tesoro, el tipo de cambio muy atrasado, los pasivos remunerados del Banco Central y finalmente el resultado fiscal de enero no sumó para nada, con ingresos creciendo por debajo de los gastos y con jubilaciones que sirven de variable de ajuste, licuándose de manera fenomenal.

Las monedas argentinas

El director de la Licenciatura en Economía de la Universidad de Belgrano, Luis Argüero, cuenta con una imagen y datos estadísticos lo que ocurrió con la moneda argentina en los últimos 20 años. Con una foto de su oficina empapelada de pesos explica que “cada billete tiene 8 números y una letra. Llevamos 3 abecedarios de $100, medio de $200, uno de $500 y 2 de $1000. El resultado: 100% de inflación, y subiendo”, remarca. Y agrega: “Entre 1992 y 2001 el mismo Banco Central imprimió las series A y B”.

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¿Cuánto costarían en Pesos Moneda Nacional?

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