Por Carlos Ruiz / @qarlos_ruiz
Tilde, feria de editoriales de Córdoba: La genealogía del oficio
Tres editoriales cordobesas organizan Tilde, la Feria de Editoriales de Córdoba. Un lugar de encuentro y reflexión para lectores, escritores y editores que busca reivindicar una tradición de sólidas raíces en la capital provincial. Será en la Alianza francesa el 10 y 11 de junio próximo. Alejo Carbonell (Caballo Negro), Matías Lapezzata (Los Ríos) y Sebastián Maturano (Borde Perdido), sus organizadores, cuentan de qué se trata y adelantan algunas reflexiones.
Una tarde de otoño suena ideal para charlar distendidamente sobre el oficio de editar libros. Estamos en la casa de Alejo Carbonell, responsable de Caballo Negro, una de las editoriales más prestigiosas de Córdoba de los últimos años. Sebastián Maturano de Borde perdido y Matías Lapezzata de Los Ríos, coorganizadores de Tilde, llegan a la hora pautada. Con cafés humeantes, surge la charla, amena, siempre buceando en las profundidades del mundo editorial. El amor y la pasión que manifiestan obligan a imaginar que la charla podría durar horas. El universo editorial de Córdoba es amplio y variado. Alberga alrededor de setenta editoriales de distinta envergadura y trayectorias. Dentro de ellas, las tres que organizan Tilde pertenecen a una camada reciente, pujantes, que se asumen como emergentes de una rica tradición anterior. Sus responsables reivindican la existencia del oficio de editor.
¿Qué es Tilde y cómo nace la idea? Según los organizadores, es un encuentro de editores de libros pensado desde los intereses comunes y los vínculos afectivos. Pero también ideado para generar la discusión política en torno a lo editorial. Se trata de “pensar la ciudad de Córdoba desde nuestro quehacer”, sintetiza Matías Lapezatta. Iniciativa que Carbonell define como “bastante ambiciosa, ya que estamos tratando de trazar una genealogía de nuestra tradición en el oficio. Para eso, vamos a tener algunos invitados especiales”. Para los editores propiciar un encuentro en un sector con actores tan diversos no es tarea fácil, por eso organizar la feria es “hacerse cargo de toda esa diferencia”.
Sebastián Maturano recuerda que “el oficio de editor no es algo reciente en Córdoba, hay editoriales que tienen décadas, como Alción, Cartografías y Llanto de Mudo. Las tres estarán invitadas a Tilde”.
“Alción es como la abuela de las editoriales cordobesas y se la ve poco en las ferias. Nos gustaría que ocupara un lugar central, rodeada de otras editoriales más jóvenes”, explica Carbonell y va trazando el recorrido por esas editoriales pioneras: Cartografías es otro ejemplo, tiene más de quince años y más de noventa libros publicados desde Río Cuarto. Su trabajo es importantísimo, publicando autores locales que fueron abriendo más el círculo y, sin embargo, salvo por algunos colegas y amigos, no es tenida tan en cuenta, a pesar de que tiene un desarrollo mucho más grande que el nuestro. La tercera es Llanto de mudo, que ya no existe más desde que murió su editor, el recordado Diego Cortés, hace siete años. “Cortés editó desde mediados de los´90 y tuvo una injerencia muy fuerte. Ahora recuperamos ese material como parte de esa tradición, de esa historia”, completa la descripción Lapezzata.
Según los organizadores, lo que propone Tilde es una mirada política: “Pensar una feria desde otro lugar, desde cómo invitás, en qué espacio, con qué programación y qué curaduría. La feria está curada por nosotros. No abrimos una convocatoria con propuestas de actividades, más bien es una convocatoria a editoriales que tengan libros a la venta”.
Además de los espacios de más de 30 editoriales de Córdoba, Río Cuarto, Capilla del Monte, Rosario y Buenos Aires, habrá varias actividades por día y un cierre musical para cada jornada. También se realizará la presentación del libro “Otro país” (editado por Los Ríos) del crítico y director de Buenos Aires Nicolás Prividera”, cuenta Lapezzata.
“Nos proponemos trazar la tradición editorial de Córdoba, que tiene una carga política muy fuerte. Pienso rápidamente y podría decir que tenés tres grandes banderas: Burnichón (otra de las editoriales emblemáticas de los ´60) Alción (1984) y Llanto de mudo (1995), que son de épocas diferentes y con historias tremendas. La idea nuestra es traerlos para que cuenten su experiencia a nuestros lectores, los lectores de hoy”, afirma Carbonell.
Lapezzata menciona la importancia de las editoriales universitarias en la construcción de esta tradición. “La formación, en términos de oficio, empieza con ellas en los ’60. Mucho del entorno de Burnichon venía de empleados de la universidad. Había gente que traducía, que compraba libros en Francia y los traducía en Córdoba al español y toda esa gente estaba vinculada a la Universidad”.
Como casi todo en esta vida pospandémica, la feria viene marcada por ese panorama. Es un encuentro que se va a realizar después de mucho tiempo y servirá para reacomodar las cargas y repensar la actividad. A muchas de las editoriales les fue bien en la pandemia, al igual que a las plataformas de streaming. El consumo cultural se trasladó a situaciones de entrecasa. Luego de un álgido debate que se dio por la liberación de libros online y la circulación de pdfs, los editores tienen bien claro que nada de eso es problema para el negocio editorial. Carbonell sostiene que “todo suma, el libro digital y el de papel conviven. No se obturan. Muy poca gente va a dejar de ir a comprar un libro porque esté el e-book y si así fuera, porque alguien no tiene plata para comprarlo en papel, está re bien que lo baje o lo compre en digital”.
Para Lapezzata “hay algo de la tradición del pensamiento que está ligado con el dispositivo tecnológico, que es el libro de papel, y eso hace que el libro se sostenga”. Después de todo, agrega Carbonell, “somos lectores y hacemos libros para que se lean. Si hablás con un editor, no creo que se niegue a que envíes un libro en pdf. Si lo tenés en papel, lo vas a vender en papel. Nosotros hemos pasado todas las crisis ya”, reflexiona.
De formaciones y orígenes
Nacido en Concepción del Uruguay (Entre Ríos), Alejo Carbonell adoptó a Córdoba a fines de los noventas. Fue editor en La Creciente, un proyecto editorial ya desaparecido, trabaja en el sello universitario Eduvim y lleva adelante Lago Editora, una editorial de servicio creada en 2016. Es uno de los creadores de Caballo Negro, editorial que en 13 años de trayectoria ha construido un camino de prestigio en el mundo editorial de Córdoba.
Sebastián Maturano llegó de Mendoza en 2010 y, tres años después, creó Borde Perdido con la idea fuerte de vincular la literatura y las Artes Visuales. “Arrancamos haciendo libros que eran de un formato más artesanal, con cartón, pero sabiendo que ese no era nuestro formato definitivo, sino que era mutante”, recuerda.
Matías Lapezzata es cordobés y con mucha experiencia en el mundo editorial. Antes de crear Los Rios junto a su socia Tamara Pachado (también con un amplio recorrido) en 2012, trabajó más de una década en bibliotecas y otros espacios relacionados con libros. Su interés siempre estuvo relacionado con lo audiovisual. Los Ríos “nace para hacer libros de cine”, afirma. Hoy cuenta con una colección de ensayos relacionados con el cine que la identifica pero también un catálogo infanto-juvenil.