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Victoria Real presenta "Dirigir mi mente"

La reciente ganadora del premio CIEyA como "Artista revelación Rock del año 2021", Victoria Real, acaba de lanzar "Dirigir mi mente" el nuevo single adelanto de su cuarto álbum "Sex Toy".

Por Carlos Ruiz

Poco queda de aquella María Victoria Caregnato que partió a los 23 años a Europa escapando de una vida difícil y un país que se caía a pedazos. En 2001 llegó a lo de una amiga en Paris con una mano detrás y otra adelante. Vivió en la “Cité des Arts” -un edificio que recoge artistas de distintas procedencias, emplazado en una isla del Sena en París- y compartió estadía con jóvenes músicos de todo el mundo. Siempre supo que la música era su salvavidas, su válvula de escape, su brújula. Deambuló por Europa, siempre sobreviviendo, con esa impronta de artista que busca su propio destino sin encontrarlo nunca.

Un amor sueco la acercó a la escuela del británico Robert Fripp. Su vida y su arte ya nunca se apartaron del método Fripp, cuyo estudio le llevó nueve años. En el medio formó bandas como The Eclectic, integrada sólo por mujeres en Barcelona, que tocaba temas instrumentales compuestos por Victoria. Posteriormente creó Demetrio, un trío de guitarras, también instrumental, que alternaba temas de Victoria con el repertorio completo de Robert Fripp.

Su música siempre se amalgamó a base de fusiones: un poco de dance, un poco de rock progresivo que derivó en un rock electrónico. Su amor por el dark y el gusto por la banda Depeche Mode le agregaron condimentos especiales a su música. Demoró mucho en animarse a cantar, quizás porque admiraba demasiado a PJ Harvey. Cuando le preguntan por su música, responde con la categoría que más le atribuyen en Argentina: música alternativa en español.

Más allá de los estereotipos, su música siempre se caracterizó por composiciones originales, experimentales a más no poder, surgidas de lo más profundo de su atribulada alma. “Compongo desde el día cero”, dice Victoria. Canciones descarnadas, sinceras, estrepitosamente reales. Una victoria de su perseverancia y su búsqueda de profesionalismo.

A fines del 2009, decidió regresar a la Argentina y ahí comenzó otra historia. Una historia que pronto fue proyecto musical. “Un proyecto que apareció de la nada”, afirma. Luego de un tiempo sabático en el que se gestó imperceptiblemente lo que fueron tres discos que forman una trilogía y un cuarto que aparece ahora en cuentagotas.

Con Sergio Paniagua, compañero de vida a quien conoció compartiendo cursos de la escuela de Robert Fripp, se instalaron en la tranquilidad de Villa Ciudad Parque, en la casa que el propio Sergio construyó. Ahí, Victoria armó su estudio y el proyecto comenzó a despegar.

El primer disco de la trilogía apareció en 2016 y se llamó “Música para sanar máquinas rotas”, un álbum producido íntegramente por Victoria y cuyos temas son ejecutados por ella misma con una guitarra acústica y una lupera. “Es un disco muy básico y minimalista”, dice. Luego, dos años después, produjo “Mi propio poder” y en 2020 “La elección”, donde su música se torna más electrónica. “Son parte de un mismo sentimiento, cada uno me generó la necesidad del otro”, afirma.

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Ahora, prepara “Sex toy”, su cuarto álbum, del que tiene al menos siete temas confirmados de los cuales cuatro ya se pueden escuchar en las plataformas.

“El camino del artista es muy difícil -reflexiona-, es un camino lleno de complejidades donde si no sos famoso o famosa te basurean. Hay mucha falta de respeto y casi nunca se reconoce tu trabajo”. Por eso recibir el premio de la Cámara de la Industria del Espectáculo y afines de Córdoba (@premios_cieya) la puso muy feliz. “No lo esperaba”, se sincera, pero afirma que “fue hermoso, con alfombra roja y todo, en ese gran teatro del Libertador…”. Cuenta que cuando llegó a la ceremonia, sin ninguna expectativa, pensó “¡ahora quiero ganar!”.

La entrega de los premios CIEyA fue la primera que se realiza y fue transmitida por Canal 10 de Córdoba. Victoria estuvo nominada junto a Susstain, Mariano Gagliardo, Gitabel y Diego Mignacca.

Dueña de un concepto personal, Victoria no sigue modas. Pero lo estético es central en su arte. Ama los colores. “Los colores son vibración” afirma y por eso los utiliza como si fueran música también.

La pandemia que vivió la humanidad desde 2020 la encontró trabajando, componiendo de una forma casi desenfrenada. Realizó muchos “video lyrics”, pequeños audiovisuales donde la música se fusiona con la gráfica y busca una conexión directa con el fan.

Lo que no ha cambiado de su personalidad es su condición de ermitaña. “Socialmente soy cero. Para mí la forma de relacionarme con el mundo es la música, es una necesidad, necesito que mi música trascienda, es la manera más pura y genuina de comunicarme”, dice.

“Lo que yo hago me sana, lo necesito y es lo único que puedo hacer. El premio me hizo dar cuenta que quizás el mundo también lo necesita”, reflexiona a la sombra de los siempreverdes.

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